lunes, 15 de abril de 2013

Un tiempo en un suspiro.

Después de un largo tiempo vuelvo a expresarme otra vez aquí. Ha sido, como ya he dicho antes, un largo tiempo en el cual me han ocurrido cosas maravillosas y otras, no tanto. Por fin puedo decir que estoy haciendo algo que me gusta y me llena, aunque eso no signifique que sea un camino de rosas, porque al igual que estas, también ha tenido sus espinas punzantes. Ahora más que nunca tengo que sacar fuerzas de donde no las hay para poder conseguir lo que siempre había soñado hacer. Me alegra saber que cuento con gente que me apoya y anima cuando más lo necesito y nunca tendré tiempo suficiente para agradecer todo lo que hacen por mí, porque sin su constancia quizás yo hubiese dado cosas por perdidas antes de haber intentado ganarlas.
En este tiempo me he dado cuenta de quien, de verdad, merece la pena y saben que siempre tendrán todo lo que necesiten de mí. En especial, quisiera darle las gracias, a pesar de que si tuviera 1.000.000 de páginas me faltarían para dárselas, a mi apoyo personal, al que pasa casi 24 horas del día a mi lado y ha estado en las buenas y en las malas, día y noche, minuto a minuto, segundo a segundo. Gracias por compartir tu tiempo conmigo desde hace ya algo más de 3 años, sabes que has sido y eres lo más importante para mí y gracias a ti soy quien soy a día de hoy.
Para finalizar decir que se acerca una época llena de los horribles y temidos exámenes, a los que tanto solemos odiar los estudiantes. Sé que me toca esforzarme a niveles extremos para poder pasar con las calificaciones que necesito, pero también sé que este mal trago se me hará más leve al saber que los tengo ahí apoyándome.
Gracias, os quiero.

lunes, 16 de abril de 2012

Magnetismo.




Irremediablemente así es su historia, como imanes, imanes que se unen por sus polos opuestos ya que de otra forman se repelerían. Tan distintos entre sí que inevitablemente se ven unidos por líneas de fuerzas magnéticas, ayudándose a suplir las carencias de uno y las de otro, quedando tan unidos que olvidan sus polos gemelos, que no les importa no ser iguales porque lo que les atrae es eso, las diferencias entre uno y otro, no les importa que a uno le guste el campo y a otro la playa, que a uno le guste el sol y a otro la lluvia, que uno sea rubio y otro moreno o que uno tenga los ojos verdes y el otro marrones, no les importa, y saben que si a los dos les gustara la playa no respirarían el aire de las montañas, que si a los dos les gustara la lluvia no podrían tomar el sol o que si los dos tuvieran los ojos marrones no disfrutarían del placer de dudar de cómo tendrá los ojos el hijo que algún día esperen. Esas son las cosas que los hacen tan diferentes entre sí pero a la vez tan iguales que, están predestinados a estar unidos para el resto de sus vidas, un polo norte y un polo sur, un polo positivo y otro negativo que compartirán todos los elementos físicos y químicos disfrutando de las diferencias y del placer de verse atraídos por ellas.



El magnetismo...

jueves, 9 de junio de 2011

Acostumbrarse.

Acostumbrarse, ese es el verbo adecuado, el verbo que puede regir un antes y un después, que puede marcar el paso de un sentimiento malo a un sentimiento mejorado. Acostumbrarse a los golpes, a la rabia y a la nostalgia, acostumbrarse a los hechos y a los deshechos, a la pérdida, a la envidia, a la tristeza, a las malas contestaciones, a las malas conversaciones, a una enfermedad, a la soledad... Pero acostumbrarse no siempre va ligado a cosas malas, también puede ir acompañado de cosas buenas. Acostumbrarse a la compañía, a compartir tus palabras y tus sentimientos con alguien, a los paseos de la mano, a las largas conversaciones, a tus tonterías, a que te saquen una sonrisa, a recordar, a soñar, a amar...

Hoy y aunque también me he acostumbrado a cosas no tan buenas me ha encantado acostumbrarme a tu presencia, acostumbrarme a tu olor, a tus manos y tus caricias, a tus detalles y a tus palabras.
Me ha encantado acostumbrarme a tí.

viernes, 3 de junio de 2011

Tenemos la mala costumbre...

Una vez en un lugar no muy acogedor ni muy alegre escuché decir a una persona que ocupa algún lugar en mi vida, algún momento en mi mente y algún lugar en mi corazón, unas palabras con la mayor sinceridad y la mayor razón posibles del momento. Unas palabras que mostraban el amor y la rabia de aquel momento tan desdichado. Provenían de una canción la cual recogía en sus letras aquellas palabras que todo el mundo oía y nadie quería escuchar, aquellas que todos o, casi todos, hemos sentido o sentimos querramos mostrar o no. Aquella canción decía que tenemos la mala costumbre de querer a medias, de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca. Tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos, y sólo cuando lo perdemos es cuando añoramos. Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo, buscando tantas metas falsas, tantos falsos sueños. Tenemos la mala costumbre de no ofrecer lo que en verdad importa. Tenemos la mala costumbre de buscar excusas, para no desnudar el alma y no asumir las culpas. Tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa, y sólo entonces te das cuenta, de cuántas cosas hay que sobran.

Hoy por hoy, y por experiencia propia, he podido comprobar que todas esas palabras son ciertas y al parecer por el lugar, no fuí la única que lo pudo comprobar. Casi todas las personas presentes en aquel frío lugar dejaron derramar alguna lágrima por sus rostros, dándose cuenta de lo mismo que yo me dí. Perdemos el tiempo en cosas absurdas pudiéndolo aprovechar con aquellos que de verdad querrían aprovecharlo contigo, aquellos que no te van a dejar tirado a la primera de cambio. Es tanta la tontería humana que sabemos que es cierto, que lo estamos haciendo mal, pero seguimos haciéndolo sin importarnos lo que le pueda afectar a los demás, o, lo que te pueda afectar a tí mismo.
Una vez perdí a una persona muy importante en mi vida y siempre me he arrepentido, por una circunstancia o por otra, no haber podido decirle lo mucho que le quería todos los días, haber tomado esa rutina de llegar cada mañana y decirle TE QUIERO, eres muy importante para mí. Después de escuchar aquellas palabras y darme cuenta de lo que había hecho, o mejor dicho, lo que no había hecho, me prometí a mí misma intentar corregir ese error dejando al lado mi forma de ser y mostrarles a los que de verdad están a mi alrededor lo mucho que los quiero y lo importantes que son en mi vida.
Lo prometido es deuda y yo lo voy a intentar.

Por ellos, por mí, por él.